SECTOR AZUCARERO COLOMBIANO
El sector azucarero colombiano se
encuentra ubicado en el valle geográfico del río Cauca, que abarca 47
municipios desde el norte del departamento del Cauca, la franja central del
Valle del Cauca, hasta el sur del departamento de Risaralda. En esta región hay
225.560 hectáreas sembradas en caña para azúcar, de las cuales, el 25%
corresponde a tierras propias de los ingenios y el restante 75% a más de 2.750
cultivadores de caña. Dichos cultivadores abastecen a 13 ingenios de la región
(Cabaña, Carmelita, Manuelita, María Luisa, Mayagüez, Pichichí, Risaralda,
Sancarlos, Tumaco, Ríopaila-Castilla, Incauca y Providencia). Desde 2005, cinco
de los trece ingenios tienen destilerías anexas para la producción de alcohol
carburante (Incauca, Manuelita, Providencia, Mayagüez y Risaralda).
Gracias al clima privilegiado de la región, y al
contrario de lo que sucede en el resto del mundo (con excepción de Hawaii y el
norte de Perú), se puede sembrar y cosechar caña durante todos los meses del
año. Esta condición agroclimática, sumada al avance tecnológico impulsado por
el Centro de Investigación de la Caña (Cenicaña), que funciona con el aporte de
todos los cultivadores e ingenios, ha llevado a que la región se especialice en
el cultivo y ostente el liderazgo en productividad a nivel mundial: más de 14
toneladas de azúcar por hectárea al año.
ASPECTOS PRODUCTIVOS
En Colombia, en el año 2013 se
produjeron 2,12 millones de toneladas de azúcar a partir de 21,56 millones de
toneladas de caña. De alcohol carburante se produjeron 387 millones de litros,
destinados a la mezcla con gasolina en una proporción E8 (8% etanol, 92%
gasolina), de acuerdo con el mandato de oxigenación establecido por el gobierno
desde noviembre de 2005. En la actualidad se da cubrimiento a todo el territorio
nacional.
El consumo nacional de azúcar en
Colombia fue de 1,69 millones de toneladas, destinado en un 52% al consumo
directo en los hogares y un 48% a la fabricación de productos alimenticios,
bebidas para consumo humano y otros productos industriales. En el año 2013 se
exportaron 671 mil toneladas de azúcar, de las cuales el 66% se dirigió a
Chile, Islas del Caribe, Perú, Estados Unidos, Haití, México y Bolivia. El
resto del azúcar se exportó hacia múltiples destinos alrededor del mundo.
Impacto Socioeconómico
Fedesarrollo presentó los
resultados del estudio que realizó sobre el Impacto socioeconómico del sector
azucarero en su área de influencia y en la economía colombiana. Las principales
conclusiones del estudio, señalan que por cada empleo generado por los ingenios
azucareros en sus plantas de producción, se generan 28,4 empleos adicionales en
otros sectores de la economía; gracias a la actividad manufacturera de los
ingenios, se generan 265 mil empleos a través de toda la cadena de valor.
En los municipios cañicultores,
frente al resto de municipios en Colombia donde se desarrollan otras
actividades agrícolas o agroindustriales, la calidad de vida es mejor y las
necesidades básicas insatisfechas de la población son menores, pese a que la
inversión pública es baja. Una mejor calidad de vida se ve reflejada en una
mayor tasa de escolaridad, una mayor tasa de alfabetismo y una menor tasa de
mortalidad.
Así mismo, los municipios donde
se cultiva caña, destinada a los ingenios azucareros, tienen menos pobreza que
otros municipios con presencia de otros cultivos distintos. Las necesidades
básicas insatisfechas de la población en los municipios cañicultores están por
debajo de la media nacional.
Respecto al Producto Interno
Bruto (PIB), por cada peso que los ingenios aportan, se genera en la economía
un efecto 4 veces mayor, lo que significa que los ingenios son grandes
dinamizadores de la economía colombiana.
Según el estudio, cada peso que
pagan los ingenios de impuestos a la producción, se traduce en 10 veces más
impuestos pagados por las actividades del resto de la cadena. De esta manera,
los ingenios son grandes generadores de recursos destinados a financiar
inversión pública, entre la que se encuentra la educación y la salud.
Finalmente, una de las conclusiones
revela que, la presencia de los ingenios hace que los municipios del área de
influencia tengan mejores ingresos, sean más prósperos y que haya mejor calidad
de vida para sus habitantes.
El impacto positivo del sector en
la economía de la región se acompaña de acciones en lo ambiental y social en
concordancia de la visión de sostenibilidad y generación de bienestar. Tales
acciones están dirigidas a fortalecer la gestión en el manejo del recurso
hídrico, la calidad y pertinencia educativa y la convivencia armónica de la
familia.
Para la gestión integral del
recurso hídrico, asocaña ha liderado la creación del Fondo del Agua por la Vida
y la Sostenibilidad, el cual desarrolla acciones desde el año 2009 en 17
cuencas hidrográficas que cubren 26 municipios de los Departamentos del Valle del Cauca y
Cauca. El objetivo del programa es restaurar las cuencas hidrográficas con mayores problemas
ambientales, considerando el fortalecimiento comunitario y la generación de
proyectos productivos de las comunidades que habitan la parte alta de estas
cuencas.
El desarrollo en campo se realiza
con las asociaciones de usuarios de los ríos que fueron constituidas con el
apoyo del sector azucarero a finales de los años 80´s. Estas organizaciones
desarrollan proyectos en el territorio con comunidades locales y de base, esto
es, con familias campesinas, cabildos
indígenas y juntas de acción comunal.
En el territorio se respeta la
diversidad cultural, saberes ancestrales y aspectos organizativos. Esta base
organizativa es la que ha permitido mantener un trabajo continuo con las
familias en una zona muy golpeada por el conflicto armado de Colombia.
A la fecha, el Programa ha
logrado restaurar un poco más de 7.500 has, ha desarrollado más de 120
proyectos productivos que benefician directamente a más de 2000 familias e
indirectamente a más de 18.000. Las
inversiones ascienden a los 17 mil millones de pesos. Dichas inversiones se han
logrado gracias a los aportes de los socios del programa: ingenios azucareros, corporaciones autónomas
regionales del Valle, Cauca y Risaralda, empresas como Bavaria, Pavco, Comité
de Cafeteros de Risaralda y Valle,
Smurfit Cartón de Colombia, Ecopetrol, EPSA, Cooperación internacional: USAID,
Unicef, GEF, Banco Alemán. Así mismo, se resaltan los aportes de socios tan
importantes como son las comunidades, cabildos indígenas y las asociaciones de
usuarios de los ríos.
Los esfuerzos realizados por este grupo de instituciones
le reconocieron, en el año 2012 al Fondo Agua por la Vida y la Sostenibilidad,
el premio BIBO otorgado por WWF y el diario el Espectador
En cuanto a la educación, el
sector azucarero tiene una apuesta desde hace más de 50 años, con la creación
de la primera institución educativa. Hoy se apoyan 20 instituciones educativas,
15 de las cuales son públicas. Más de 12591 niños, niñas y adolescente son
atendidos anualmente, en la básica y media en la región. Complementariamente,
se realiza articulación con los programas de formación técnica y tecnológica en
alianza con el SENA y de la Universidad Autónoma, atendiendo un total acumulado
en los últimos 4 años más de 10000 personas, con una inversión de 2971 millones
de pesos.
Frente a las metas de disminución
de la alfabetización en Colombia las instituciones educativas apoyadas por el
sector, tienen programas especiales para la formación de adultos en
competencias básicas de lectura, escritura y matemáticas. Los cuales se han
sumado al programa Nacional de Alfabetización del Ministerio de Educación
Nacional de Colombia, como parte de una alianza con la Organización de Estados
Americanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura y la Gobernación del
Valle del Cauca. En los últimos cuatro años, 6.000 personas adquirieron sus
competencias básicas, proceso en el cual la alianza invirtió 1264 millones de
pesos.
Uno para Cada Uno: Educando al
Futuro es un programa sectorial desarrollado en alianza público privada en la
que participan también el Ministerio de Educación, la Gobernación del Valle,
las alcaldías de Pradera y Guacarí e
ingenios azucareros, tiene como objetivo generar un cambio significativo
en los procesos de aprendizaje de la educación formal básica, de cero a quinto
de primaria. Actualmente, este Programa atiende a 2.750 niñas y niños, con una
inversión de 660 millones de pesos. Este programa es un ejemplo de inclusión
tecnológica en la educación primaria, al entregar un equipo portátil a cada
niño y niña, con software educativo especializado. Los cuales hacen parte de
una estrategia didáctica que fortalecen aprendizajes en las áreas de
matemáticas, lenguaje, ciencias sociales y naturales.
Para el fortalecimiento de la
convivencia armónica de la familia se estableció desde el año 2009 una alianza
con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF para llevar el Programa
Familias con Bienestar a 22 municipios de la región vallecaucana. El principal
objetivo del programa es promover la
convivencia en familia, la prevención de la violencia intrafamiliar, la
prevención del embarazo adolescente. En este programa han participado 17000 familias
de corteros de caña, trabajadores de campo de la agroindustria y comunidades
vulnerables vecinas. Desde el año 2009, la alianza ICBF-asocaña invirtió 8043
millones de pesos.
Recientemente y en respuesta a la
problemática de incendios en caña de azúcar se inició el plan socio-ambiental
para la prevención de incendios en caña de azúcar, como un plan piloto en los
municipios de Palmira y Jamundí. El pan tiene por objetivo realizar acciones de
sensibilización, capacitación y prevención de conflictos socio-ambientales con
los actores sociales de las zonas identificadas con mayores riesgos de
ocurrencia de eventos de incendios. Las actividades del plan se realizaron de
manera articulada con las administraciones municipales de ambos municipios. En
el momento se revisan los resultados obtenidos con las 17 comunidades rurales,
para plantear un segundo momento de implementación del plan.
Para más información acerca de
Asocaña o del sector azucarero, consulte nuestros documentos publicados en la
página web, dentro de los cuales se encuentran los informes anuales de Asocaña,
información general sobre diversos aspectos y las estadísticas más importantes
del sector.
HISTORIA SECTOR AZUCARERO
La caña de azúcar llegó a Cali
traída por Sebastián de Belalcázar, quien la cultivó en su estancia de Yumbo.
De allí el cultivo se diseminó por la cuenca del río Cauca. Durante la Colonia,
la producción de panela, azúcar y mieles fue una tarea artesanal y así
permaneció hasta comienzos del Siglo XX, cuando se inauguró una moderna planta
en el Ingenio Manuelita. Para 1930 sólo había tres ingenios en el Valle del
Cauca: Manuelita, Providencia y Ríopaila; desde esos años la industria
azucarera empezó a expandirse en la región hasta completar 22 ingenios.
Para 1957 la industria azucarera
requería ya de una entidad gremial que actuara como interlocutora de todos los
ingenios, ya que tenían intereses comunes y estaban ubicados en la misma zona
geográfica. Esa inquietud sembró la semilla de Asocaña, que nació el 12 de
febrero de 1959 con personería jurídica otorgada por el entonces llamado
Ministerio de Justicia, mediante la Resolución 0845 del 14 de marzo de 1959.
De esta manera surgió de la
comarca vallecaucana una asociación gremial, privada, sin ánimo de lucro,
vocera de los empresarios azucareros y de los cultivadores de caña de azúcar,
que representa sus propósitos ante el Gobierno, entidades privadas, gremios y
aún organismos internacionales.
La asociación ha actuado como
facilitadora para articular las políticas del sector adecuando la industria a
las nuevas tendencias, a tal punto que hoy lidera los esfuerzos del sector en
materia de tecnología informática. Igualmente, mediante la asociación se han
realizado los estudios y se han concentrado los esfuerzos con el fin de
consolidar la actividad con criterios de protección ambiental y desarrollo
sostenible.
A lo largo de la historia de
asocaña se han desempeñado como presidentes Jaime Lozano Henao (1954-1975),
Rodrigo Escobar Navia (1975-1978), Hernán Borrero Urrutia (1979-1987), Ricardo
Villaveces Pardo (1987-2006), y desde agosto de 2006, Luis Fernando Londoño
Capurro.
Además de Asocaña, la estructura
institucional del sector azucarero colombiano está conformada por las
siguientes entidades: la Comercializadora Internacional de Azúcares y Mieles
S.A. (CIAMSA), el Centro de Investigación de la Caña de Azúcar de Colombia
(CENICAÑA) y la Asociación Colombiana de Técnicos de la Caña de Azúcar
(TECNICAÑA).
Historia de la caña de azúcar
La caña de azúcar es uno de los
cultivos más antiguos en el mundo, no se tienen datos concretos de cuándo
inician su siembra, se cree que ésta empezó 3.000 años A.C. como un tipo de
césped en la isla de Nueva Guinea y de allí se extendió a Borneo, Sumatra e
India.
La caña de azúcar pertenece a la
familia de las gramíneas, tiene características como el tallo leñoso, lleno de
un tejido esponjoso y dulce del que se extrae el azúcar. Su altura puede
superar los dos metros de altura; tiene hojas largas, lampiñas y flores
purpúreas en panoja piramidal. Todo en esta planta se puede utilizar.
La historia registra que el
proceso del azúcar se escuchó primero en la India. Hay varias leyendas que hacen referencia a la
caña de azúcar, una nace en las Islas de
Salomón y dice que los antepasados de la
raza humana se generaron de un tallo de la caña. Otra se encuentra escrita en el Átharva-veda,
libro sagrado de los hindúes, donde hablan de la corona hecha de caña de
azúcar.
También está consignado que el general griego
Nearchus, quien acompañó a Alejandro el Grande a la India en el IV siglo A.C.
hablaba que de una caña que produjo 'miel' sin la ayuda de las abejas.
Dicen que fue Cristóbal Colón
quien en 1943, en su segundo viaje,
introdujo la caña en América, a la Isla de La Española pero estas
cañas no prosperaron.
Se afirma que en 1501 fueron
introducidas plantas que sí crecieron y llegó el éxito de las plantaciones de
azúcar a Santo Domingo y que este se multiplicó a lo largo del Caribe y América
del Sur.
COLOMBIA Y EL VALLE DEL CAUCA
Colombia no fue ajena a este
movimiento, se plantó por primera vez en Santa María La Antigua del Darién en
1510.
Dice la historia que Pedro de
Heredia, fundador de Cartagena, introdujo la caña en la Costa Atlántica
alrededor de 1533 y posteriormente Sebastián de Belalcázar, fundador de
Santiago de Cali, la plantó en el Valle del Cauca, en su estancia en Yumbo en
1541.
Hacia 1550 se fundaron tres
ingenios a orillas del rio Amaime y desde esta región se envió azúcar y miel a
Panamá en 1588.
Para 1721 había en el Valle del
Cauca 33 trapiches en funcionamiento. La caña cultivada en ese entonces se
denomina criolla, originada de las cañas introducidas por los españoles.
Durante la visita de Alexander Humboldt, considerado el ‘padre de la geografía
moderna’ y un especialista en temas como la botánica, el clima y la geología,
llegó la recomendación a los hacendados vallecaucanos de cultivar la variedad
Tahití u Otahiti la cual fue introducida al Valle del Cauca entre 1802 y 1808 y
se esparció por el territorio colombiano.
Un paso importante en el
desarrollo azucarero del Valle del Cauca fue el establecimiento de un molino de
tres masas horizontales que era accionado por una rueda de hierro que giraba
con el impulso de las aguas del río Nima, implemento que traería en 1897 Santiago Eder.
Acción que inspiró el ejercicio
de la modernización. Se afirma que fue
el 1 de enero de 1901 con la inauguración de la fábrica de azúcar blanco granulado del
actual Ingenio Manuelita, en Palmira, llegaron las centrífugas y equipos a
vapor importados de Escocia, los cuales subieron la capacidad de molienda hasta
50 toneladas de caña cada doce horas.
En 1926 se fundó el Central
Azucarero del Valle conocido desde entonces como Ingenio Providencia, con
capacidad de molienda de 500 toneladas de caña en 24 horas, por gestión de
Modesto Cabal Galindo.
En 1928 empezó producción el
Ingenio Riopaila, por obra de Hernando Caicedo. En la década de 1930 a 1939
aparecieron en el Valle del Cauca los ingenios, Mayagüez por decisión de
Nicanor Hurtado; Bengala de José Mejía; Perodías de los hermanos Restrepo
Plata; la Industria de Francisco Caldas y María Luisa de Ignacio Posada. La
comarca se convertía en la de mayor producción de azúcar centrifugado de
Colombia.
El país era todavía importador de
azúcar. El Valle se había convertido en
el mayor productor azúcar en el país. En la década de 1940 a 1949 nuevos
empresarios montaron ingenios.
Hoy el sector agroindustrial de
la caña de azúcar, genera más de 188 mil
empleos en 47 municipios
correspondientes a cinco departamentos del valle geográfico del río
Cauca. Además, 350 mil familias paneleras realizan su actividad productiva a lo
largo y ancho del territorio nacional.
FECHAS HISTÓRICAS DE LA AGROINDUSTRIA DE LA CAÑA EN COLOMBIA
Valle del río Cauca
La caña en Colombia y en el valle del río Cauca
La caña de azúcar llegó a Cali
traída por Sebastián de Belalcázar (1540), quien la plantó en su estancia de
Yumbo; de allí el cultivo se diseminó por la cuenca del río Cauca. Previamente,
en 1538, Pedro de Heredia introdujo la caña a Colombia a través de la ciudad de
Cartagena.
Según Víctor Manuel Patiño en su
libro Esbozo Histórico sobre la Caña de Azúcar: "La caña vino a Colombia
en el año 1538 a través del puerto de Cartagena y dos años después en 1540
entró por Buenaventura al valle geográfico del río Cauca, plantándose
inicialmente en la margen izquierda del río Cauca, en Arroyohondo y Cañas
Gordas, lugares muy cercanos a Cali, donde operaron sendos trapiches
paneleros". Según Patiño, la penetración en el resto del país se hizo a
partir de María La baja en Bolívar; Valle de Apulo, Rionegro y Guaduas en
Cundinamarca; Valle de Tensa en Boyacá y Vélez en Santander.
Los primeros grandes cultivadores
Para el mismo autor: "a
mediados del siglo XVI se inicia el cultivo sistemático de la caña de azúcar.
Pedro de Atienza, un español bragado, es su primer industrial. La milagrosa
gramínea había sido transportada en viveros especiales, construidos en la
sentina de las carabelas, desde la Gran Canaria hasta Santo Domingo. En la isla
se dio con un furor genésico irresistible. De este modo esos cañadulzales
vinieron a ser los abuelos de los que hoy presentan sus armas a los vientos de
toda la zona tropical. Pedro de Atienza fue el primer testigo de un milagro
agrícola, cuando comprobó que en el Valle la gramínea producía durante todo el
año, sin que fuera necesario limitarse a las periódicas zafras. Con ese
argumento parece que convenció a los estancieros que no querían salir del
cultivo del maíz, el cacao, el plátano o de la ganadería."
Según Patiño, "el vasco
Gregorio de Astigarreta tampoco se andaba por las ramas. A finales del siglo
XVI compró fundas en el río Amaime, con impresionante intuición, y los sembró
de caña de azúcar. Trajo de España a Juan Francisco, Pedro Miranda y Rafael
Guerra, quienes parece que habían sido cultivadores de cañavelares en Granada y
en las Islas Canarias, para que dirigiesen sus fundos. Poco a poco se fue
extendiendo la mancha de los cañadulzales por toda la planicie".
Hacia 1560 se fundaron tres
ingenios a orillas del río Amaime: el de San Jerónimo, perteneciente a Gregorio
de Astigarreta, y los otros dos, uno a Andrés y otro a Lázaro Cobo. Hubo
también un ingenio en Caloto, propiedad de Francisco de Belalcázar. Los
hermanos Cobo exportaron azúcar y miel a Panamá en 1588. Más tarde, en 1593,
Diego Ordóñez de Lara exportó 180 arrobas, por valor de dos pesos sencillos la
arroba. En el año 1600 ya existían ingenios en Ocaña, Vélez, Mahates, Tocaima,
Guaitara, La Palma, Ibagué, Buga, Cali y otras regiones del país.
En 1700 se incrementó el uso de
derivados de la caña para la fabricación de aguardiente y desde 1772 se
fundaron fábricas del licor (reales) en diversas ciudades del país.
Variedades importadas
La caña criolla que trajeron los
españoles a fines del periodo colonial, llegó de las Guayanas; la caña Tahití u
"Otahití" fue introducida al Valle entre 1802 y 1808. Cuando en 1801
pasó Alexander Von Humbolt por Cali, recomendó a hacendados sembrar la caña
Otahití que poco después importaron Francisco José Arboleda a Japio, Manuel de
Caicedo Tenorio a Cañasgordas y Miguel Cabal y José María Lozano Peralta a sus
haciendas del Llano de Buga. La Otahití se esparció por praderas de una y otra
banda del río Cauca. Sin embargo, don Manuel de Caicedo mantuvo la antigua o
criolla, mientras comprobaba si la nueva era sólo furor y robustez.
De la molienda artesanal a las grandes máquinas
Durante la colonia, la producción
de panela, azúcar y mieles fue una tarea artesanal y así permaneció hasta
comienzos del Siglo XX, cuando se inauguró una moderna planta en el Ingenio
Manuelita. Los primeros cañales no eran muy extensos, pues eran pocos los
vecindarios. Tampoco se molía a diario por ser corta la demanda de azúcar y
miel. Los trapiches eran rudimentarios con dos mazas de madera, algunos
horizontales movidos manualmente por manubrio de aspas y otros verticales
accionados por bestia. Sólo hasta 1867, al aumentar la demanda, el Ingenio
Manuelita estableció un molino horizontal de tres mazas en hierro movido por
agua, que trae alambique de bronce y equipo para rectificación de aguardiente.
Años atrás, en 1855, en la azucarería de San Pedro Alejandrino y cerca de
Ciénaga Grande se emplearon máquinas a vapor. Para la misma fecha (1855) se
expandió en el Carare y en el Tequendama el uso de calderas y trapiches.
En 1883 empezó la fabricación de
trapiches de hierro en la ferretería de Pacho y en 1892 se produjo azúcar
centrifugado en el Ingenio Berasqui en Cienaga de Oro.
En el Ingenio Manuelita, en 1901,
se inauguró maquinaria a vapor con transportadora de caña, torre de
sulfitación, filtro-prensa, evaporadores, tacho al vacío y centrífuga.
Desde 1909, la nación colombiana
había cedido el privilegio del monopolio del alcohol y licores a los
departamentos. La Ley 4a. de 1913 sentó como atribución de las Asambleas
monopolizar la producción, introducción y venta de licores destilados
embriagantes. No se instaló de inmediato aguardientería oficial en el Valle del
Cauca, sino que se siguió contratando con particulares la producción.
La llegada del ferrocarril al Valle del Cauca
El desenvolvimiento vial fue
factor clave en el desarrollo agrario del Valle del Cauca. Por caminos de
arrias y por comunicaciones fluviales había discurrido el comercio desde
tiempos coloniales. En 1915, el ferrocarril había llegado a Cali desde
Buenaventura, y en 1917 a Palmira y avanzó con celeridad hacia Cartago y
Popayán. La Carretera Central también se extendió a lo largo de la pampa. Se
dinamizaron el intercambio de mercancías, la movilización de gentes y la
trasculturización de costumbres. Se articularon entre sí los distintos
circuitos y se acentuó para la comarca una vocación exportadora a otros
mercados que se había iniciado desde finales del siglo XIX con exportaciones
internacionales de café e internas de tabaco a Antioquia.
Expansión de la industria en el Valle del Cauca
Para 1920 se produce azúcar de
pan y panela con modernas maquinarias en Palmira, Hacienda San José y Hacienda
Santa Gertrudis; en Pradera, El Arado y Corozal; en Florida, La Industria y
Perodías; en Corinto, La Elvira, Mendiola y La Siberia; en Caloto, Japio; y en
Guachinte, El Nilo.
Para 1930 sólo había tres
ingenios en el Valle del Cauca: Manuelita, Providencia y Riopaila; desde esos
años la industria azucarera empezó a expandirse en la región hasta completar 22
ingenios. Entre 1920 y 1930 se establecieron los ingenios Sautatá, Cachipay,
San Antonio, Mave, Payande y Consacá, Bomboná, Chalguayaco, Ortega y Salinas.
Variedad POJ 28-78
Entre 1930 y 1933 llegó la
variedad POJ 2878 que hoy persiste en gran proporción en todas las zonas
cañicultoras de Colombia, por recomendación de la Misión Chardón procedente de
Puerto Rico. Hacia 1935, El Mosaico se abatió sobre los cañales de Antioquia y
descendió al Valle del Cauca. Por fortuna existía ya la POJ 2878. Esta crisis
indicó que debía fortalecerse la investigación de la cañamiel, si se quería
progresar con certidumbre y firmeza hacia una agroindustria. Se reemplaza la
variedad Otahití por la POJ 2878 y la POJ 2714.
Entre 1930 y 1939 aparecieron los
ingenios Bengala, Perodias, La Industria, María Luisa y Mayagüez. Entre 1940 y
1942 surgieron Sancarlos, Pichichí, Oriente, Papayal, La Esperanza, El Arado,
Central Castilla, Carmelita, El Porvenir, Meléndez, San Fernando y Central del
Tolima.
Después de 1940 empezaron a
desaparecer los ingenios en las regiones del país distintas a las del Valle del
Cauca y se consolidó la mecanización del agro vallecaucano. Poco a poco se
reducen las importaciones de azúcar.
Asocaña, Cenicaña y otras nuevas entidades en el sector
Para 1957 la industria azucarera
requería ya de una entidad gremial que actuara como interlocutora de todos los
ingenios, ya que tenían los mismos intereses, comerciaban los mismos productos
y estaban ubicados en la misma zona geográfica. Esa inquietud sembró la semilla
de asocaña, que nació un año y medio después, el 12 de febrero de 1959 con
Personería Jurídica otorgada por el Ministerio de Justicia mediante la
Resolución 0845 del 14 de marzo de 1959.
Entre 1950 y 1959 aparecieron los
ingenios Sicarare, El Naranjo, Santa Cruz, Cauca, Central Tumaco, Balsilla, La
Cabaña, La Quinta, Buchiloto y se introduce el control biológico de plagas de
la caña.
Entre 1960 y 1969 hubo una gran
expansión azucarera. Inició actividades COLMIELES como exportadora de azúcares
y mieles; su nombre cambia después por CIAMSA.
En 1961 Colombia ingresó a la
Organización Mundial del Azúcar. Inició Labores Pagraco conocida hoy como
Propal.
El Centro de Investigación de la
Caña de Azúcar de Colombia, Cenicaña, fue constituido en 1977 como una
corporación privada de carácter científico y tecnológico sin ánimo de lucro, de
duración indefinida, con sede en Palmira. En el mismo año se fundó la Asociación
Colombiana de Técnicos de la Caña de Azúcar, Tecnicaña. En 1978 el Ingenio
Risaralda estableció molienda.
Eventos, logros e inversión
Entre 1980 y 1993 se extendió la
variedad Mayagüez 74-275. Se inició la evaluación comercial de variedades promisorias
de Cenicaña. Se desplegó una acción social en la región en recreación, salud,
educación, cultura y se intensifican programas ambientales.
Se reunió en Colombia el XXII
Congreso Mundial de la ISSCT (Sociedad Internacional de Técnicos Azucareros) en
1995. En 1996 se suscribió el convenio para la producción limpia con el
Ministerio del Medio Ambiente.
A partir de 1999 la variedad
Cenicaña Colombia (CC) 85-92 pasó a ser la primera variedad comercial en área
sembrada por la industria azucarera colombiana en el valle del río Cauca. En el
año 2000 se creó el fondo de estabilización de precios del azúcar y en el 2002
se consolidó la Red Meteorológica Automatizada a lo largo del Valle del Cauca.
La agroindustria azucarera, entre
1995 y 2005, invirtió más de 120 millones de dólares en el área ambiental lo
que se reflejó en menores niveles de contaminación por unidad de producción al
año. La gestión ambiental del sector fue reconocida a nivel nacional con el
primer puesto entregado a los ingenios azucareros a través de asocaña, en el
“Premio Nacional de Ecología Planeta Azul 2002 - 2003: Categoría Empresarial”
otorgado por el Banco de Occidente. Este es el premio se otorgó por el manejo y
la conservación del agua en el sector azucarero, un recurso vital para su
propia actividad y la región en general.
En 2006 y 2007 se entregó a los
cultivadores de caña del valle geográfico del río Cauca el estudio detallado de
suelos que realizó Cenicaña con la cooperación Ingenios y del Instituto
Geográfico Agustín Codazzi (Igac).
En el primer trimestre de 2007 la
agroindustria azucarera colombiana puso en marcha la Red de Monitoreo de
Material Particulado PM10, compuesta por cinco estaciones automáticas
distribuidas en el área de influencia del cultivo en el valle del río Cauca.
Destilería de alcohol del Ingenio
Providencia
El alcohol carburante
Los ingenios Mayagüez,
Providencia, Incauca, Risaralda y Manuelita establecieron destilerías para
producir etanol desde finales del año 2005, como respuesta a la ley 693 de 2001
que obliga oxigenar la gasolina vehicular con 10% en volumen de alcohol
carburante producido a partir de biomasa.
En agosto de 2015, Riopaila
Castilla inauguró la destilería de alcohol carburante más grande del país. La
destilería cuenta con una capacidad de producción diaria de 400.000 litros y de
110 millones de litros por año. En el mismo año, el Riopaila Castilla inauguró
la planta de cogeneración de energía, principal fuente de energía propia de la
empresa. Esta planta de cogeneración cuenta con una capacidad de generar
anualmente 235 gigavatios de energía.
EL SECTOR AZUCARERO COLOMBIANO
El sector azucarero colombiano se
encuentra ubicado en el valle geográfico del río Cauca, que abarca 33
municipios desde el norte del departamento del Cauca, la franja central del
Valle del Cauca, hasta el sur del departamento de Risaralda. Históricamente el
azúcar en Colombia ha sido considerado un bien estratégico para la economía
nacional, esto ha conllevado a que el gobierno haya establecido políticas de
protección al sector azucarero, con el fin de asegurar un mercado abastecido
domésticamente a un precio razonable que beneficie a los productores de azúcar.
En esta región hay 200.000 hectáreas sembradas
en caña para azúcar, de las cuales, de acuerdo con información de Cenicaña, el
25% corresponde a tierras propias de los ingenios y el restante 75% a más de
1,600 cultivadores de caña. Dichos cultivadores abastecen a los 13 ingenios de
la región (Cabaña, Carmelita, Castilla, Incauca, Manuelita, Pichichí,
Providencia, Ríopaila, Tumaco, María Luisa, Mayagüez, Risaralda y Sancarlos).
Desde 2005, cinco de los trece ingenios tienen destilerías anexas para la
producción de alcohol carburante (Incauca, Manuelita, Providencia, Mayagüez y
Risaralda).
En Colombia, en el año 2008 se
produjeron 2 millones de toneladas de azúcar a partir de 19 millones de
toneladas de caña. De alcohol carburante se produjeron 260 millones de litros,
destinados a la mezcla con gasolina en una proporción E10 (10% etanol, 90%
gasolina), de acuerdo con el mandato de oxigenación establecido por el gobierno
desde noviembre de 2005. En la actualidad el programa cubre el 75% del
territorio nacional; en la medida en que se aumente la producción nacional de
alcohol carburante (entre 2009 y 2010) se llegará al resto del país.
El valor de la producción de
azúcar y alcohol en 2008 fue de 1.100 millones de dólares (calculado con el
promedio del dólar de ese año), de los cuales cerca de 200 millones de dólares
provienen de las exportaciones de azúcar. El consumo nacional de azúcar en
Colombia es de 1.5 millones de toneladas, destinado en un 65% al consumo
directo en los hogares y un 35% a la fabricación de productos alimenticios y
bebidas para consumo humano. En el año 2008 se exportaron 480 mil toneladas de
azúcar, de las cuales el 75% se dirigió a Chile, Perú, Haití y Estados Unidos.
El resto del azúcar se exportó hacia múltiples destinos alrededor del mundo.
Dentro de la economía nacional, el sector aporta el 1% del PIB total, el 3% del
PIB Industrial y el 4% del PIB Agrícola, mientras que para la región, estas
cifras corresponden a 6%, 12% y 47%, respectivamente.
El sector genera cerca de
36.000 empleos directos y 216.000
indirectos. Si se tiene en cuenta la composición demog ráfica de las familias
de la región (4 personas por núcleo familiar), se deduce que más de 1 millón de
personas dependen de la actividad azucarera, algo así como el 30% de la población del departamento del
Valle del Cauca y el 2.4% de la colombiana.
La agroindustria azucarera, entre
1995 y 2008, ha invertido más de 130 millones de dólares en el área ambiental
lo cual se refleja en menores niveles de contaminación por unidad de producción
al año.
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